#3 Hilary y la primeira semana de colégio

Todos los papás y mamás sabemos que las primeras semanas de colegio no son fáciles.

Cuando dejé a Matias en la guardería por primera vez, lloré a la vuelta de la esquina y le confesé a la directora del colegio que esto no se hace más fácil con el número de hijos. En California no es diferente.

Al final del día fuimos los primeros en llegar y abrazar tanto a Mercedes como a Matias. Respiramos hondo al ver sus sonrisas.

Matias en su mejor momento, como se puede ver en las fotos. Miss Megan dijo que era tímido en la conversación, independiente en todas las actividades, y era uno de los primeros en terminar su almuerzo y dormir profundamente a la hora de la siesta.

Mercedes estaba nerviosa, pero elogió a todos sus compañeros y a la profesora que se había esforzado continuamente por comunicarse con ella, y dijo que quería volver mañana. La señorita Walace se acercó a ella, alabó sus esfuerzos y coincidió en que es una experiencia dura integrarse en un grupo numeroso sin dominar el idioma. Nada nuevo. Me costó tragar y ella continuó... "Me encontré con Mercedes llorando en silencio ante el primer texto que le di a leer".

Miré a Mercedes, que ya tenía los dientes aprietados y las mejillas tensas.

La profesora añadió: "¡Todo es normal! Mercedes estaba angustiada, como cualquier persona en su sano juicio, ante un reto comunicativo tan grande como éste...".

Me gustó la transparencia, intenté (sin éxito) no visualizar a Cuca en silenciosa angustia sin entender a la profesora, en una clase donde nadie sabe hablar español ni portugués... y me entraron ganas de llorar a mí también.

Nada diferente de lo que esperábamos, pero confieso que esta aventura también parecía una excelente idea con la distancia de seguridad de meses, y con la duda de si podría o no suceder. A medida que los planes se materializaban, empezó a parecer nada más que una locura.

Ese día fue exactamente igual... Una cosa es decir, ¡claro que va a ser duro al principio! Otra cosa es ver la dureza reflejada en las mejillas de Cuca con los dientes cerrados.

La señorita Walace dijo: "Lo único que podemos pedirte es que te esfuerces al máximo, lección a lección". Cuca contestó "I can do that", entré en apnea y corrimos a casa.

No volveré a maldecir los horarios españoles del colegio, aquí salen a las 2.20 o a la 1.20 los miércoles, y María sólo sale 1 hora más tarde.

Desde el primer día, acordamos que Mimi volvería a casa en autobús, y así fue. Como no podemos comunicarnos con ella durante el día, sob pena de infracción por móvil (está expresamente prohibido usar el móvil en el colegio, desde que entras hasta que sales por las puertas), con el correspondiente castigo (¡grave!), estuvimos literalmente rezando para que encontrara su autobús amarillo y volviera a casa como una rosa. Aferrados a nuestros teléfonos móviles esperando noticias, por fin conseguimos un ¡plim!

"Papá, ¿puedes geolocalizarme? Creo que me he equivocado de autobús y no tengo ni idea de dónde estoy...".

El vértigo se apoderó de mi cabeza. El teléfono no paraba de sonar con los abuelos preguntando por su nieta Mimi antes de irse a la cama en Lisboa, y tuvimos que compartir la adrenalina de tener a su nieta mayor perdida en Los Ángeles en su primer día de colegio.

Spoiler alert, todo salió bien, ella estaba en el autobús correcto que da mil vueltas, y llegó orgullosa de su logro de haber vuelto a casa por su cuenta, sana y salva.

En cuanto a María, durante mis visitas a la escuela para montar la taquilla y recoger el material, observaba a las familias. Como la pillina de mi hija me prohibía hablar con sus compañeros, y mucho menos compartir sus miedos, cambié de estrategia y empecé a charlar con personas que me parecían mamás.

Cualquiera que me conozca sabe que no soy precisamente la reina de la fiesta, y entablar conversaciones no es algo que me salga de forma natural, pero María no me dio opción, así que me puse en dirección a varias mamás, todo el tiempo con María refunfuñando y cuestionando cada uno de mis actos. Compartí con ellas mi nerviosismo por integrar a Mimi en este colegio, sin conocer a nadie, ni los sitios, ni tener un grupo con el que sentarse a comer.

Creo que debí lograr transmitir bien la idea de nervios maternales con una de ellas. Cogió mi teléfono y tecleó rápidamente su número, asegurándome que Mimi tendría en su hija Amina un refugio seguro en aquel colegio tan competitivo.

Respiré hondo.

De vuelta a casa, María, contenta y preocupada por todos los retos, nos dijo que tener una hora diaria de clases de inglés para no nativos iba a ser de gran ayuda. Y que Amina había reunido a un grupo de chicas que la estaban esperando y se habían sentado todas a comer.

Y si la felicidad existe, es en la visualización de este tipo de cosas.

Mientras tanto, la mamá de esta chica, Amina, nos mandó un mensaje para decirnos qué tal el primer día y para invitarnos a un helado al día siguiente después de cenar. Aceptamos enseguida, y de repente nos dimos cuenta de que después de cenar ¡serían las 6 de la tarde! y nos comprometimos a entrar en la dinámica.

Los días siguientes, igual que en la guardería.

Los niños ya saben dónde se meten. La dureza es real.

Besos y abrazos prolongados y promesas de hacerlo lo mejor posible.

Matías aparentemente no tiene problemas, dice distraídamente "¡this is mine!" y a menudo "¡ohhhh so nice! " es una pasada.

Helado a las 6 después de cenar en el centro de Seal Beach, que es muy bonito.

Tomé un helado recién hecho con fresas frescas y arándanos llamado Cheesecake Paradise. No se me ocurre una palabra mejor para describirlo.

Fue una velada realmente buena, y pudimos conocer un poco mejor la tierra en la que aterrizamos.

Fue una semana de logros para todos, yo misma colaboré en mi primera recogida de datos, y me presentaron en el acto de apertura del curso académico de la Universidad a un montón de gente maja, pero eso lo dejaré para otro post.

Para redondear la semana, Cuca recibió unos pendientes azules como sus ojos de una nueva amiga, y las hermanas exigieron llevar "¡al menos sopa!" al colegio un trimestre. Estuve de acuerdo.

Aquí hay muchos puntos fuertes. El menú escolar no es uno de ellos.

Aviso de huracán Hilary creciendo hacia nosotros.

Y una invitación a un derby de pesca juvenil en el muelle de Seal Beach. Fuímos a pescar, no pescamos nada, pero fue una experiencia divertida para todos, excepto para Cuca, que la perdió al pescar un "Shark Enorme", según Matias.

Sintió pena por el tiburón e incluso me ha repetido hoy que no le parece bien aplaudir si un animal está sufriendo. ¡Aguanta corazón!

Mimi participó en un concurso de rifas, ayudó a organizarlo, ¡cómo no! y ganó una caña de pescar.

Hoy empieza la segunda semana, que prometí que sería menos difícil que la primera porque ya conocen por lo menos los sitios y personas con quien van a estar. Espero no faltar a mi promesa.

Hilary pasó por aquí, agitó las aguas e hizo llover mucho, con vientos mezclados, pero nada que asuste a quien vivia junto al Atlántico. Y como trajo lluvia, también trajo chocolate caliente.

Podría ser una buena analogía de lo que nos está pasando, Por Favor...

Lo remueve todo, y lo vuelve a remover, pero al final no es más que una agradable lluvia tropical que nos da otra perspectiva de todo. Con chocolate caliente.

Eso espero.